Una palabra poco frecuente llegó a mis oídos hace algún tiempo. Era «discernir» y que la RAE define como «distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo». Antes y después se unieron otras muchas. Por suerte, sigo incorporando palabras. Y van enraizándose y transformando mi mirada, esa puerta de entrada a mi conciencia donde peculiares guardianes deciden el paso.
La educación recibida se centra en como gestionar lo que entra en nuestra «cabeza», pero pocas veces, o quizá ninguna, a como debemos de mirar el mundo para que entre lo que nos ayuda a reflexionar. Dónde y cómo mirar es un arte. Un arte sin maestros ni guías. Un camino irremediablemente solitario.
No sé si el azar o una misteriosa mano invisible siempre puso ante mí libros que algún día leería. Quizá en un primer momento, quedaron olvidados en una estantería, pero tarde o temprano eran encontrados por mis ojos . Citar ese listado de lecturas pasadas no tendría mucho sentido, ya que ha quedado amalgamado y sería muy complicado separarlo de ese todo resumido en mi propia conciencia y percepción de la vida.
Sin embargo, si que me parece interesante realizar a partir de ahora, una reflexión de lo leído y reflexionado, aunque solo sea de un par de líneas. Y compartirla ¿para qué? no lo tengo muy claro, pero creo que eso será más bueno para mí que para el curioso que lo lea. Las palabras, al quedar escritas, pueden releerse en el futuro, pudiendo percibir donde estaba en el momento de ser escritas y donde me encuentro en el momento de ser releídas.

